¿Cómo subir el pH de la piscina? Descubre tres alternativas diferentes
20 de diciembre de 2023
El cambio de aspecto de una piscina y la aparición de sustancias inusuales en el agua no es casualidad, sino que normalmente responden a un factor claro: la falta de control. Es una maravilla tener una piscina en el jardín, pero más lo es tenerla siempre preparada para darte un chapuzón. Para que esto sea posible, es necesario que lleves a cabo una serie de actuaciones con asiduidad. Comprobar que todos los químicos que empleas en tu piscina para que el agua permanezca cristalina están en los niveles adecuados es una de ellas.
El pH del agua de la piscina, o potencial de hidrógeno, es la unidad de medida que indica su nivel de acidez. Lo hace mediante un número que expresa la concentración de iones de hidrógeno presentes en la disolución. Teniendo en cuenta que se trata de uno de los parámetros más importantes del agua de la piscina y, por tanto, uno de los que mayor atención debe recibir por tu parte, te recordamos que la medida idónea para el pH de la piscina es de entre 7’4 y 7’6 en una escala de 0 a 14 en la que 7 es agua neutra, un valor inferior es sinónimo de agua ácida y un valor superior quiere decir que el agua es básica o alcalina.
Un pH de una piscina inferior o superior al rango de valores que te hemos indicado se traduce en problemas: deterioro del vaso de agua, daños en los mecanismos, cambio de color del agua, falta de saneamiento, irritación del cuerpo… Pero vamos por partes, porque las consecuencias no son las mismas cuando el pH de tu piscina sobrepasa el 7’6, que cuando no llega al 7’4.
Un valor por debajo del 7’2 requiere subir el nivel de pH de la piscina cuanto antes, ya que incrementa el desarrollo de bacterias y algas, genera la irritación de distintas partes del cuerpo humano (piel, mucosas, ojos…) y provoca daños en los equipos y materiales de la infraestructura, así como en el revestimiento y el vaso del agua.
En el caso contrario, cuando el valor del pH de una piscina se encuentra por encima del 7’6, el agua sufre un cambio de color y se vuelve más blanca, lo cual puede desencadenar, además de la irritación de la piel de los bañistas, la formación de incrustaciones en la instalación y un menor efecto del cloro sobre el agua de la piscina.
¿Por qué varía el pH de una piscina?
Existen múltiples factores de distinta naturaleza que alteran el nivel de pH del agua de una piscina:
- Cloro: el tipo de cloro que usas para desinfectar tu piscina determina que el pH sea propenso a aumentar o a disminuir. En concreto, el cloro granulado favorece que el valor del pH de la piscina sea neutro mientras que las tabletas de cloro reducen el nivel de pH y el líquido lo incrementa.
- Sol: los rayos solares contribuyen a disolver el cloro en el agua, así como a la evaporación de esta. Por este motivo, cuanto mayor sea la exposición del agua al sol, más aumentará el pH de la piscina.
- Volumen: cuanta más cantidad de agua contiene el vaso de la piscina, más bajo es el nivel de pH.
- Personas: el pH de la piscina se altera según el número de bañistas que se meta en el agua, las sustancias que segregue su cuerpo (sudor o piel muerta), los productos de protección solar que utilicen y la actividad que lleven a cabo en la piscina.
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¿Cómo puedes subir el nivel de pH de la piscina?
El pH de una piscina tiende a aumentar de manera natural. No obstante, algunas acciones, el uso de ciertos productos químicos para la desinfección del agua e incluso la orientación de la infraestructura con respecto a la luz solar, te pueden ayudar a que tú mismo consigas subir el pH de tu piscina.
Airear el agua de forma reiterada es una de las maneras más sencillas -y costosas- de aumentar el pH de una piscina, ya que esta tarea consiste en remover el agua de la piscina o echar más con una manguera.
Utilizando un incrementador de pH conseguirás el mismo resultado, aunque tardará unas horas en hacer efecto tras haberlo vertido en el agua de la piscina. También el uso de cloro líquido potencia el aumento del nivel de pH.
Igualmente, con el bicarbonato de sodio puedes incrementar los niveles de alcalinidad y, así, ajustar el pH de la piscina, ya que la alcalinidad contribuye a regular las variaciones que experimenta este parámetro por diferentes causas. Debes hacerlo progresivamente y usar más o menos cantidad según el volumen de agua del que conste la piscina. Recuerda que una alcalinidad de entre 125 y 150 ppm te ayudará a mantener la piscina completamente higienizada, mientras que de no ser así el agua se volverá turbia.
Por último, la orientación de la piscina y la ubicación geográfica en la que te encuentres también influye, puesto que cuanta más luz solar reciba el agua de la piscina, más incrementará el nivel del pH, y viceversa.
El análisis periódico del agua de la piscina es la única forma de controlar el ascenso o el descenso de los distintos parámetros y actuar a tiempo sin que haya daños mayores. Para ello puedes utilizar un kit medidor de pH en su versión manual o electrónica. Igualmente, el uso de una lona para piscina evita en muchas ocasiones la alteración de estos valores provocada por agentes y factores externos.